No solo de tributos

Camilo LondonCamilo London.- Siendo mi área de especialidad profesional y docente la inherente a los impuestos y otras exacciones, me resulta natural desarrollar contenidos enmarcados en el objeto de coadyuvar al fortalecimiento de lo que se ha llamado por denominar la cultura tributaria. A veces más técnico cuando me corresponde hacer referencia a la determinación de las obligaciones impositivas y otras un tanto incisivo, cuando planteo una visión crítica propositiva sobre el sistema tributario del país, siempre con el ánimo de contribuir desde mi modesta tribuna a propiciar el debate que redunde en su fortalecimiento, y teniendo como guía al conjunto de postulados y principios que constitucionalmente los ciudadanos acordamos en el texto fundamental de la República.

En este espacio digital he expuesto anteriormente una serie de temas que he considerado relevantes en razón de la experiencia enriquecedora del estudio y la discusión con colegas y mentores a los que como a mí, les apasiona la materia tributaria. Sin embargo, “no solo de pan vive el hombre”, como recita el viejo adagio, y ello aplica en esta oportunidad también a los tributos.

Así que apartándome de mi zona de confort, me adentraré a una materia más bien ciudadana y necesaria por estos días, como lo es la particular condición de subordinación de los que laboran en la administración pública, incluida la Administración Electoral y la Tributaria.

Los funcionarios públicos no son empleados de un partido o grupo político, lo son del Estado, y por ende se subordinan al estricto apego a la Ley para el servicio al ciudadano. Por otra parte, el ejercicio que éstos hagan de sus derechos civiles y políticos dentro del marco de las leyes, no les puede significar sanciones, persecución y menos el despido de una entidad pública.

Los derechos civiles y políticos que hoy ostentamos son el resultado de largas luchas que viene librando una sociedad que ha propendido a la justicia y la igualdad. En nuestro país, como en el resto del mundo, lograr el marco jurídico que garantice esos derechos, ha significado grandes esfuerzos y conquistas de la sociedad. Tomar conciencia de ello es fundamental para que la letra de esas leyes no sea vulnerada fácilmente, ni obstaculizado su ejercicio por quienes no comprenden que tales normas son los cimientos esenciales del Estado democrático inspirado en la justicia y el derecho.

Es oportuno hacer referencia a lo dispuesto por el artículo 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que indica que todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación a igual protección de ésta. A este respecto, indica además, que la ley debe prohibir toda discriminación y en consecuencia garantizará a todas las personas protección igual y efectiva contra cualquier discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.

Por estos días, como citó uno de los referentes universales de la lucha en favor de los derechos civiles, el reverendo Martin Luther King, «Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas».

 

@SoyCamiloLondon

 

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