Un Decálogo para salir de la crisis y enfrentarse al futuro

Daniel LahoudDaniel Lahoud.- No voy a comentar las medidas propuestas por el gobierno, por qué. Porque no sirven, y no se van a poder implantar. En 16 días no van a rehacer los billetes para ninguna reconversión, y por otra parte, el gobierno no entiende que los procesos son dinámicos y que la economía no se queda quieta. Además, en lo más íntimo de las medidas subyace la más profunda mediocridad. Me imagino que en la medida que vayan pasando los días le dirán al presidente cosas como, entonces la factura telefónica de todo el mundo va a pasar a Bs. F. 100.000 (Bs. S. 1), es que el pasaje en una camioneta o en un autobús va a saltar a Bs. F. 100.000 (Bs. S. 1), bueno esas serán las primeras cosas que tendrá que responder madurito en sus reuniones. Hay que tener claro que estas medidas no atacan la raíz del problema, sino que buscan maquillar al muerto para que se vea presentable, pero igual, sigue muerto, y como la economía es dinámica y no es un cadáver insepulto como si lo son esas medidas.

Sobre todo en un ambiente de elevada inestabilidad como es la hiperinflación, es un epitafio que ni siquiera puede ser construido. Por supuesto, nada puede funcionar si no se libera el cambio, los controles de precio y costos, y se lanza aunque sea por decreto la absoluta voluntad del gobierno de preservar la propiedad de los legítimos dueños de todos los activos. Eso no se oye, pero se necesita escuchar, si no nada es creíble.

Vamos directo a lo que se tiene que hacer, si el gobierno lo quiere copiar, puede, pero tiene que entender que este no es un maquillaje, para seguir en la fiesta, porque la fiesta terminó, y ahora se necesita seriedad, disciplina y valentía. No creo que esas tres virtudes estén presentes, en los políticos que tratan por todos los medios de convencernos. Esta propuesta no es la tradicional, pero es perfectamente compatible con lo que los organismos internacionales aceptarían, lo único es que no lo ofrecen, porque beneficiaría mucho más a la población en general, y menos al gobierno. La propuesta tradicional, la que se vivió en los dos paquetes anteriores (del gobierno de CAP II y el de Caldera) era mucho más beneficiosa para el gobierno que para la población. Bueno ahí les va:

  1. Hay que bajar el gasto público de inmediato. Esto implica, auditar todas las cuentas fiscales y realizar un plan de reducción del gasto público, eliminando toda partida innecesaria y luego racionalizando lo demás, debido a que todo el problema de Venezuela parte de la creencia de que somos ricos y podemos darnos lujos impresionantes, entre ellos, tener un gobierno antediluviano. Un dinobierno es una curiosidad arqueológica que es totalmente inútil y si uno le da vida, como lo hizo Spielberg en sus películas, puede ser una aventura nada divertida. La reducción del gasto público, le parecerá a muchos, peligrosa, porque siempre hay arqueólogos estrafalarios. Pero en Venezuela desde hace años el gobierno gasta más en el exterior, que en el interior. Por tanto, el gasto público, además de ineficiente, es inefectivo porque sirve para hacer crecer a otras economías, no a Venezuela. Todo eso, debe ser eliminado, puesto que es inútil aplicar impuestos a actividades que no nos benefician en nada.
  2. Hay que renegociar la deuda. Nos guste o no. Lo primero es que hay que pagar lo que debemos y esto requerirá apoyo de los organismos internacionales (FMI por ejemplo). Sin embargo, eso requerirá una negociación importante interna y externa. En lo interno para que los venezolanos entiendan porqué hay que hacerlo y quiénes son los responsables de esa situación. En lo externo, porque de seguro, como en el gobierno de Pérez II, los que lleguen no van a saber ni cuánto debe el país. Esto está concatenado con todas las medidas, si no se reduce el gasto no puede apoyarse un acuerdo con los organismos internacionales.
  3. Hay que solicitar ayuda internacional. Porque uno de los problemas es la extrema necesidad que tiene el pueblo, y eso significa todas las capas de la sociedad venezolana. La hiperinflación y la incapacidad de los gobiernos de Chávez y Maduro ocasionan aún un deterioro sin parangón en nuestra sociedad. Eso no puede imputarse como culpa a los venezolanos, aunque hayan sido ellos los que hayan votado a estos incapaces para manejar lo que no saben.
  4. Hay que privatizar. Sin prejuicios. CANTV, SIDOR, Las empresas de Guayana, medios de comunicación, todo, todo, todo y aprovechar el momento para democratizar el capital, porque hay que permitir que los venezolanos que quieran sean dueños de parte del capital de esas empresas. Esto, no disminuiría el gasto público, pero sinceraría la economía y haría más eficiente al gobierno, que se dedicaría a lo que le toca, que es a gobernar.
  5. Con el petróleo y las minas hay que hacer otro tanto. Vender concesiones y traspasar la administración de esas empresas a un fondo privado en el cual tengan participación los venezolanos, y el gobierno solo se dedique a cobrar impuestos. Adicionalmente a esto, deberían ser reducidos para provocar la entrada de capitales extranjeros para explotar racionalmente esos recursos.
  6. En la medida en la cual se disminuya el gasto, y en que la economía muestre recuperación, se deberían dar reducciones consecuentes en el impuesto. Una menor tasa de impuestos provoca el ahorro y el crecimiento de la inversión, además evita mucho mejor la evasión fiscal, que la inspección. Fundamentalmente porque si una persona evalúa la posibilidad de una multa monstruosa y pagar un bajo impuesto, preferirá racionalmente pagar el impuesto.
  7. Como insistimos en que la crisis originalmente es fiscal hay que hacer muchas cosas en ese ámbito. Por ejemplo hay que reducir el IVA para hacer menos presión a los consumidores y permitir una reducción de precios y procurar más crecimiento económico.
  8. Otra medida que contribuiría en mucho al desarrollo y a la reducción de los precios es disminuir los aranceles y facilitar los trámites de aduana. Esto puede ser el mayor de los imposibles, debido a que mucha gente vive de lo ilícito en esta actividad, por lo que es un punto álgido, pero totalmente ineludible.
  9. Redefinir el Banco Central. La historia lo dice. ¿Cómo funcionaba esto mejor? Entre 1940 y 1973. La economía crecía y había una estabilidad de precios impresionante. Entonces hay que copiar a ese banco central, como era, una compañía anónima de capital mixto, el gobierno tenía un 40% de la propiedad y por tanto no podía ejercer poder y dominar la toma de decisiones. Además, ese banco no realizaba política monetaria, por lo que no afectaba las variables económicas ni en el corto, ni en el largo plazo. Eso es lo que hay que procurar. Una reducción y redefinición del banco central.
  10. Por último, hay que crear una nueva unidad monetaria. Pueden llamarla bolívar o como sea, pero debemos impedir que el banco central emita más dinero innecesario para la economía. En estos días oí a un colega decir que había que hacer política restrictiva. Eso es una locura, no podemos llorar sobre la leche derramada, pero incluso llorar es mejor que recogerla y beberla. Entonces a lo hecho, pecho. Podría también ofrecerse un esquema de monedas múltiples, donde se permita circular “libremente” el Bolívar, el Dólar, el Euro, y luego de un período, hacer un referéndum para ver qué quieren los venezolanos, que ellos decidan. Si se quiere mantener una moneda nacional, se recomienza desde cero y no se emite más, salvo cuando comiencen a entrar dólares producto de las exportaciones, y sus propietarios quieran tener moneda nacional, ahí si se emitirá, pero de otra.

 

@daniellahoud

 

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