Use el dinero plástico a su favor

José Grasso Vecchio

José Grasso Vecchio.- De todos los instrumentos financieros modernos, las tarjetas de crédito son sin duda una de las modalidades de pago, sin uso de efectivo, más extendidas y preferidas por el público consumidor.

El hecho de que sean muy aceptadas en la mayoría de los establecimientos comerciales bien establecidos, y que permitan a los usuarios adquirir bienes y servicios incluso antes de tener la totalidad de los fondos disponibles, han convertido al llamado “dinero plástico” en un instrumento prácticamente indispensable en la economía personal y familiar. Según el último estudio comparativo, las tarjetas de crédito son aceptadas en 432.579 puntos de venta, instalados en 333.791 negocios afiliados en el país y recientemente la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario (SUDEBAN) emitió la resolución 061.18 de fecha 17 de agosto de 2018, en la que estableció una normativa que permite incrementar los límites para el financiamiento a través de tarjetas de crédito a la cantidad de Seiscientas Sesenta y Seis Mil Seiscientas Sesenta y Siete (666.667) Unidades Tributarias  (UT), lo que equivale a Ocho Mil Bolívares Soberanos (BsS 8.000,oo) y las Instituciones Bancarias, previo proceso de análisis y evaluación de la información del cliente, determinarán el límite a ser aprobado por cada instrumento (tarjeta de crédito), que éste posea, en función del perfil financiero, su historial crediticio y su capacidad de pago.

Las tarjetas de crédito, que están ya a punto de cumplir 100 años, aparecieron como un servicio para facilitar las transacciones de ciertos clientes especiales de la banca y de los grandes comercios. Aunque existe disparidad de criterio sobre el origen de este instrumento, se ha documentado que la primera tarjeta de crédito fue emitida en 1914 por la firma estadounidense Western Unión, como un servicio para sus clientes preferidos, mediante el cual podían presentar la tarjeta, en lugar del dinero en efectivo, y diferir así la responsabilidad del pago hasta fin de mes. Otras empresas vieron que el mecanismo funcionaba, y así la modalidad se extendió entre los grandes almacenes, las gasolineras, hoteles y restaurantes.

Estas primeras tarjetas, sin embargo, eran un servicio gratuito –no cobraban intereses- por lo que muchos reclaman que no podían calificarse verdaderamente como “de crédito”. De allí que se considere que la moderna tarjeta de crédito no apareció sino hasta 1950, cuando irrumpió en el mercado la tarjeta “Diners Club”, que no sólo ofrecía a sus clientes diferir el pago hasta la fecha de corte, sino que además permitía cancelar en cuotas, a cambio de una tasa de interés, y entretanto seguir consumiendo en calidad de préstamo, hasta un monto límite.

En cuestión de muy pocos años, estos instrumentos se convirtieron en mecanismos de amplio uso internacional, lo que facilitó enormemente la vida de los ejecutivos de empresas multinacionales y los turistas. Hoy en día, con la expansión del comercio electrónico, para el que no existen fronteras, las tarjetas de crédito se han convertido ciertamente en el dinero universal.

Existen estudios que confirman cómo estos plásticos contribuyen a potenciar el comercio y, exponencialmente, las actividades de intercambio y el crecimiento de las economías. Por la vía del financiamiento al consumo también se generan mayores niveles de actividad económica.  Siempre debemos recomendar, que haga un uso inteligente del crédito y que no se exceda de su capacidad de pago.

 

@josegrasso