Apuntes de una cuarentena: El desarrollo de un mercado local de financiamiento petrolero

Luis Gerardo GarcíaLuis Gerardo García.- En estos tiempos de “incertidumbre estructural” (la frase se la he copiado al Wall Street Journal), quizás no sea tan esencial idear la forma futura de los mercados. Pero suele ser una buena idea dedicar algo de tiempo (que, huelga decirlo, ha habido en exceso durante esta cuarentena) a pensar en hacia dónde deben evolucionar los mercados, y, en específico, cómo desarrollar un mercado de financiamiento local interesante para la industria más importante de nuestro país: la industria petrolera.

En el pasado reciente, Venezuela hizo varios intentos para motorizar el crecimiento de un mercado de valores que fuera una opción viable de financiamiento para la industria petrolera. En 1997 se hizo una exitosa colocación de bonos petroleros por 64 millones de dólares, emitidos por la Sociedad de Fomento de Inversiones Petroleras (SOFIP). Este empuje fue en su momento capitalizado por empresas como Suelopetrol, con una emisión inicial de acciones, y también sirvió de trampolín para la que hubiera sido un hito de mercado: la emisión de acciones de Exploración y Producción Inversión Colectiva (EPIC).

EPIC estuvo conceptuado como un fondo pasivo de inversión en campos petroleros que daba oportunidad al pequeño ahorrista a participar de forma directa en la exploración y producción de petróleo. Desafortunadamente, las condiciones de mercado tras la crisis asiática se tornaron negativas, por lo que PDVSA suspendió la colocación pocos días antes de iniciarse en junio de 1998. No sería hasta 2007 cuando el Estado venezolano y PDVSA harían otro intento por atraer el ahorro local hacia la inversión petrolera.

Apalancados en el momento positivo del mercado local tras la colocación de acciones de Electricidad de Caracas, PDVSA, de la mano de ABN AMRO y Econoinvest, hizo una de las emisiones de deuda corporativa más importantes en Latinoamérica. La colocación de lo que se llamó el “PD Bono” resultó en un endeudamiento por 7.500 millones de dólares repartido entre casi 500.000 inversionistas, muchos de los cuales eran pequeños ahorristas locales. Por diversas razones, esta experiencia tampoco escaló hacia un mercado de financiamiento local alternativo para la industria.

De nuevo, si bien pareciera inapropiado tocar este tema cuando las circunstancias son tan retadoras, somos de la opinión de que es el momento para, desde el Estado, propulsar iniciativas de participación popular ya probadas en otros países como Brasil (Petrobras), México (bonos Pemex) y, más recientemente, Saudi Aramco que, además, tuvo un marcado enfoque en la colocación entre personas naturales ciudadanos de Arabia Saudita.

Una política de Estado orientada al desarrollo de un mercado de financiamiento local para la industria petrolera venezolana debe considerar al menos estos cuatro aspectos:

  • La participación popular y el empoderamiento personal como cimentador de una relación más cercana individuo-industria petrolera
  • El fomento de una cultura de rendición de cuentas y de contraloría activa que se refleje en una adjudicación dinámica de recursos
  • La reducción de la volatilidad al acceder a recursos con una mayor tolerancia a ese tipo de riesgo, lo que se traduciría en una reducción en el costo de capital, y
  • El estímulo de una cultura de ahorro e inversión de largo plazo que, de iniciarse ahora, debe estar madura para el momento que los requerimientos de recursos financieros para Seguridad Social se incrementen por el envejecimiento de la población.

Resulta por lo menos llamativo que los venezolanos no podamos invertir directamente en nuestra principal industria, y que PDVSA no tenga al mercado local como alternativa razonable de financiamiento. Estamos, entonces, en una oportunidad única para repensar las formas de financiamiento de la industria y adaptar el mercado local a las mismas, acercando al inversionista local hacia el negocio petrolero que nos identifica como país.

 

@VzlanaF

 

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